Para aquellos y aquellas que no conozcan Uña y Carne, he aquí una presentación: son un dueto conformado por Carlos Salado (compositor y cineasta) y Antonio Clavería (voz) que mezcla el arte visual con el arte de la música, en búsqueda de generar diversas sensaciones y probando que la rumba también sirve para mostrar emociones como la tristeza o la pérdida, además de la alegría. Sus inicios están marcados por un largometraje de Carlos que causó un gran impacto en España hace ya seis años: Criando ratas, cuyo fin es representar la realidad de muchos barrios pobres en el país a través de un estilo puramente quinqui.
Nacimiento de esta colaboración
Las canciones de su primer disco surgen al conocerse Carlos y Antonio, pues, a pesar de que ya existían y fueron creadas para la película, Antonio puso la voz de nuevo y, por tanto, creó una nueva marca dejando huella en ese proyecto tan personal. Tal y como menciona el cantante en la entrevista, “todas esas rumbas que tiene [Carlos] guardadas en un cajón, y las que quedan, son como un guante a medida” que Antonio quiso poder interpretar.
Todo el proyecto ‘Uña y Carne’, hasta este nuevo estreno, relataba la vida de El Cristo, personaje principal de Criando ratas y Mala Ruina, marcando su fin junto a la artista Bebe. Es de esta forma como rompen con esa historia ligada a sus inicios junto al Canijo de Jerez y un nuevo videoclip que trata sobre la búsqueda de la felicidad y un lugar seguro junto a la familia y los amigos.
Esta colaboración “surge de las ganas de hacerlo con él” y de como divagaban sobre poder colaborar con uno de los “padres de la rumba moderna”. En el momento en el que se conocieron en un festival hubo “una sinergia y un amor a primera vista”, por lo que, tal y como dice Carlos, simplemente tuvieron que pedirle colaborar y poder hacer algo juntos. Además, hablan de cómo las canciones que ellos crean muchas veces son “trajes a medida” para los artistas con los que trabajan, algo totalmente probado con los dos feat que ya han visto la luz, pues conmueven y remueven muchas emociones diferentes.
Es así como nace ‘Habrá un lugar’, una canción que canta a la alegría tanto musical como visualmente. Esto es porque “no solo se plantea Uña y Carne como un producto que se pueda oír, sino que también se pueda ver”, pues para ellos como artistas el audiovisual les fascina y les parece importante “poder poner en imágenes lo que estás escuchando”. Es por ello por lo que, junto a su productora Uniacords, llevaron a cabo un gran desarrollo de la idea durante la pre-producción en la que, por ejemplo, tardaron un mes entero en seleccionar a los actores a través de un largo proceso de casting.
Un videoclip cálido y sanador
Gracias a toda esta preparación previa, nos encontramos ante un videoclip muy acogedor con el que es inevitable que nos salga una sonrisa. Todo esto nace de su “propia cosecha” y “aprovechando que uno de los integrantes es cineasta”, creando un vídeo en el que hay alegría e, incluso, una burra llamada Vicenta.

Al inicio, se nos muestra un grupo de gente alrededor de los tres artistas dando palmas y bailando por la noche, como representación de esos momentos en los que la música une a la gente. Tras ello, nos muestran un campamento en el que se encuentran diferentes personas de distintos grupos sociales, mezcla con la que se demuestra cómo puede haber “buenos momentos con cada uno de ellos a pesar de sus diferencias”.

Durante todo el videoclip se alternan estas dos imágenes, creando un ambiente fiestero y divertido. En el campamento nos encontramos cómo cada persona disfruta de diferentes formas como bailando, jugando a las cartas o compartiendo una comida entre varios. Esto nos lleva a un imaginario colectivo que podemos tener muchas personas de momentos felices con amigos y familia en los que lo importante es disfrutar y pasarlo bien a través de la música.

Al utilizar una imagen tan reconocida en la que destacan momentos simples y mundanos, pero alegres, todos podemos identificarnos con ello y vivir la misma alegría que viven los protagonistas del videoclip. Esto se refuerza al final, justo cuando desaparece la música y solo se escucha a los artistas y actores cantar juntos a capella con una única guitarra que marca el ritmo.
Todo ello, por supuesto, va acompañado del sonido: una rumba alegre en la que Antonio y el Canijo a través de sus voces nos narran cómo es ese lugar seguro en el que encontrar la felicidad. Es una letra esperanzadora en la que nos cuentan como no hace falta nada más que una guitarra y huir junto a tus seres queridos.
Gracias a todo este conjunto, ve la luz esta nueva era de Uña y Carne que trae consigo nuevos imaginarios desvinculados de una identidad visual tan marcada como es el cine quinqui, para crear y “dar alas” a otras ideas. Este proyecto se comienza de una forma bonita de la mano de dos personas campechanas y con buena vibra, que esperemos que termine junto a Estopa.