Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo

Historia de una escalera, Antonio Buero Vallejo
Fuente: redcharlie
"Urbano. -Ya sé que yo no llegaré muy lejos; y tampoco tú llegarás. Si yo llego, llegaremos todos. Pero lo más fácil es que dentro de diez años sigamos subiendo esta escalera y fumando en este casinillo-." Historia de una escalera, Antonio Buero Vallejo

La Sala Principal del Teatro Español de Madrid había conseguido mantenerse intacta, como si la guerra civil simplemente no hubiese ocurrido. Los relieves dorados que adornaban los tres niveles de palcos, ocupados por pequeñas e incómodas butacas entapizadas en terciopelo rojo, aún conservaban el brillo que emana del metal impoluto, y la suntuosa lámpara de aceite, que había presidido el espacio desde el día de su inauguración, continuaba firme, bien colgada del techo. Sin embargo, hacía más de diez años que la Sala Principal del Teatro Español de Madrid no era la misma. Había perdido el esplendor de aquellos años en que los intelectuales aún no habían sido silenciados por la muerte y el exilio, unos años en los que sobre sus tablas se estrenaban las mejores obras de Lorca y Unamuno, y no las superfluas e inofensivas comedias de la censura.

Quizá era eso lo que esperaba la sociedad madrileña el 14 de octubre de 1949 cuando, al alzarse el telón del Teatro Español, tomó forma sobre el escenario “un tramo de escalera con dos rellanos en una casa modesta de vecindad”. Otra banal comedia burguesa sobre romances, infidelidades y triángulos amorosos. Pero no fue así. Aquella noche, el público del gran Teatro Español estaba asistiendo a la recuperación del fulgor perdido: el estreno de Historia de una escalera, una tragedia escrita por Antonio Buero Vallejo.

Antonio Buero Vallejo
Antonio Buero Vallejo | Fuente: Liceus

Dividida en tres actos, Historia de una escalera narra el presente cotidiano de cuatro familias vecinas, de clase baja, que suben y bajan los mismos humildes y sucios peldaños durante más de treinta años. La escalera es el silencioso testigo del amor de los jóvenes protagonistas, que se prometen una vida mejor de la que viven sus padres en ese edificio; pero también de las discusiones, los matrimonios, las muertes y los nacimientos que, junto al irremediable paso del tiempo, acaban asfixiando sus aspiraciones y las del resto de vecinos: la escalera es aquello que recuerda a los personajes que pierden día a día, que no han sido capaces de darle sentido a su vida, de dignificarla, y que solo les queda la rutina y el recuerdo de la felicidad e ilusión pasadas.

Y es que Historia de una escalera, efectivamente, no es una comedia. Es una historia sobre frustración y fracaso, sobre el sufrimiento inherente a la existencia humana, sobre la fatalidad de un destino que el hombre no puede controlar y que siempre se acaba imponiendo. Es una historia sobre unas vidas comunes determinadas por la falta de carácter y voluntad de los personajes, que consienten que su vida pase sin experimentar cambio alguno, pero sobre todo por el inmovilismo social que subyuga a aquellos que nacen en la pobreza. Así, con Historia de una escalera, Antonio Buero Vallejo produjo una ruptura en el teatro español de posguerra, siendo el precursor de la tragedia española moderna y produciendo un teatro marcado por la denuncia política y social, los anhelos de justicia y libertad y la reflexión existencial.

Historia de una escalera, Antonio Buero Vallejo
Representación teatral de Historia de una escalera, Fuente: RTVE

Cuando inició su carrera como dramaturgo, Buero Vallejo había vivido ya las brutalidad de la Guerra Civil, había sido detenido y sentenciado a muerte por combatir del lado republicano -una condena que nunca fue ejecutada-, y había pasado más de siete años preso: como apunta Ricardo Doménech en el prólogo de la obra, “quien ha visto tanta innecesaria e inútil crueldad no puede sino acudir a la visión trágica en busca de los únicos valores que hacen digno el seguir viviendo”.

El mismo Ricardo Doménech afirma que, con Historia de una escalera, Buero ofreció a la consciencia española de la época “un espejo donde mirarse a sí misma”: a través de la vecindad, Buero evoca la desgracia moral y material de una nación dominada. Y, aun así, setenta años después de que se estrenase en el Teatro Español, cuando la miseria de la posguerra queda ya lejos del presente de aquellos que la leen, sigue siendo completamente actual: al fin y al cabo, Buero plantea en ella cuestiones universales, cuestiones para las que el hombre aún no ha encontrado y probablemente jamás encuentre una respuesta: ¿de quién depende que vivamos la vida que vivimos?, ¿qué vida queremos vivir?, ¿está realmente en nuestras manos el vivir la vida que deseamos? En el caso de los personajes de Buero, no

Es muy difícil no empatizar o incluso sentirse identificado con las incertezas que asaltan y angustian a los personajes: lo que se relata son sentimientos reales narrados de forma completamente realista. Aun así, Buero consigue combinar este realismo con el simbolismo de forma totalmente harmónica, simplificando al máximo la comprensión de la obra, una de esas de las que se leen en una tarde. Es muy entretenida por la vivacidad del lenguaje y la sinceridad de los personajes, cuya frustración se traslada al lector a medida que se desarrolla la trama: pese a que sabes que es una tragedia, vas quemando páginas esperando que los personajes disfruten de la poca felicidad que los seres humanos creemos que nos corresponde por el simple hecho de existir, pero pronto te das cuenta de que ese momento no va a llegar. O de que, de llegar, no lo hará como tú quieres

Portada de historia de una esccalera, de Antonio Buero Vallejo
Portada de Historia de una escalera | Fuente: Goodreads