Cuando Telecinco nos invitaba al longevo romance entre Miguel Ángel Silvestre y Amaia Salamanca, acotando aquello de que Sin tetas no hay paraíso allá por el 2012, quizás no éramos conscientes de lo pretencioso que es declarar algo al aire sin contemplar el resto de opciones. Nadie dice que Rigoberta Bandini haya apostado por un lema tan arriesgado cuando intentaba ir a Eurovisión. Quizás solo sus más acérrimos defensores así lo hayan sentido tras verla quedar en segunda posición en este agridulce primer Benidorm Fest que la televisión pública nos ha regalado.
Probablemente, la magia de Rigoberta recaiga en la pureza del mensaje. “Quiero que la gente llore y baile al escuchar mi canción”, decía. Y ahí está la magia. Ay mamá tiene ese contenido tan nuestro que nos emociona, nos remueve y nos acompaña. Es esa historia atemporal llevada a la modernidad necesaria para que hoy sea entendida. Tiene la reivindicación, el empoderamiento y la garra. El caldo, la fuerza e incluso las tetas. A priori, pareciera que tiene todo eso que muchos querrían sentir “paraíso” en la representación de nuestro país, aunque no se haya dado el caso. ¿Nos sirve guardar en la recámara algo tan valioso? En realidad sí.

A Chanel se la ha tachado de brindarnos algo vacío aunque actual. Algo sexualizado aunque contemporáneo. Algo simple aunque efectista. La crítica general se basaría en lo primero, pero deba ser considerado no olvidar nada de lo consecutivo. SloMo es una de esas canciones que habla de todo y de nada, pero si en algo gana la propuesta de nuestra ‘show girl’ patria es en frescura y ejecución. No se le puede poner ningún “pero” interno. Tiene el ritmo y ese componente latino tan chicloso que revienta la radiofórmula actual. A ojos de un cualquiera, se nos habría olvidado que España también es bastante de todo eso.
Hay algo muy valioso en la propuesta de Chanel, también. Porque Chanel ha traído lo que sabe hacer mejor y nos lo ha servido para nuestro disfrute con gracia y talento. En realidad, sí tiene mucho del sello Bandini que muchos lloran sentir desaprovechado. Quizás no explícitamente, porque no hay ninguna teta gigantesca sobre el escenario acaparando las miradas, pero también se siente poderoso tanto magnetismo. Hubiera sido muy especial sentir la protesta de Rigoberta en Turín y para toda Europa, pero también es especial que otra mujer talentosa y trabajadora como Chanel sea este año nuestro emblema.
Y sí, puede que el continente haya ganado al contenido y que la forma se haya impuesto al mensaje. Cosa de fachadas, que también se siente algo bastante español. Si algo se puede sacar en claro es que Chanel no merece odio. Si acaso, apoyo por haber ganado. Rigoberta ya tiene todo lo necesario para quedarse con nosotros más que por un rato. Ya lo tenía antes, en realidad. En su sencillo Perra, la catalana sentencia a ultranza que nadie le va a prohibir ladrar. Y así será. Pero que tampoco se lo prohíban a Chanel por traer un producto tan cuidado. Ella nos representará y Ay mamá seguirá sonando tan bien como hasta ahora. Igual no ha salido todo tan mal y puede que sin tetas también haya paraíso.
Mujeres triunfando. Ese es el mensaje. 💜#BenidormFest
— Carolina Iglesias🏳️🌈 (@percebesygrelos) January 30, 2022