Un nuevo punto de vista sobre la Segunda Guerra Mundial, repleto de detalles, con un relato en primera persona y diferente al de la mayoría de historias. Una novela en la que la verdad cobra su propio protagonismo, vital en el desarrollo de los acontecimientos y que, aun así, va de la mano de secretos, mentiras y revelaciones inesperadas. No obstante, la amistad y la lealtad son dos pilares principales en esta narración histórica, cuidada, valiente y de gran riqueza léxica.
Por ello, y aprovechando que la próxima semana sale a la venta la nueva y tercera novela de María Reig, os traemos la reseña de su anterior libro, Una promesa de juventud, un viaje indispensable a Suiza en tiempos convulsos y decisivos para la reconfiguración de Europa.
Una promesa de juventud, María Reig
Páginas: 752
Editorial: SUMA de letras
Idioma original: Castellano
Edición: Barcelona, 2020
Sinopsis

Un internado en mitad del bosque. Una joven en busca de respuestas. Un gran misterio por resolver. Suiza, 1939. Santa Úrsula acoge a alumnas extranjeras para el nuevo curso. Charlotte, una de las veteranas, será la encargada de integrar a Sara Suárez. Con el paso de los días, las jóvenes fraguan una amistad que se verá interrumpida por la guerra. Oxford, década de 1970. Caroline Eccleston prepara su tesis sobre los internados suizos en la Segunda Guerra Mundial. El hallazgo del cierre inesperado de uno de ellos enciende la curiosidad de Carol, que no duda en viajar a Zúrich para encontrar respuestas.
Una novela conmovedora narrada con fuerza y ritmo. Una promesa de juventud es la deslumbrante recreación de un tiempo de sombra que cincela la personalidad de unas adolescentes que intentan sobrevivir en un mundo lleno de demonios.
Valoración
Una promesa de juventud es de esas historias que te llenan por dentro y te trasladan a otra época, otro mundo y otros lugares. Una narración impecable, ágil y cargada de intriga que evidencia un gran trabajo de documentación –no solo sientes que viajas con la protagonista, también con la autora– a través del contexto histórico de la IIGM. Por ello, fue un gran acierto por parte de la autora elegir los internados internacionales en Suiza en los años 40, algo distinto, que llama la atención y despierta la curiosidad por descubrir qué ocurrió, cómo se vivía allí y qué pasó con todos aquellos alumnos y alumnas, mientras el mundo se descomponía ahí fuera en una guerra que acababa “absorbiendo” a todos los países europeos.
Es más, la novela otorga gran valor al cuestionamiento o debate sobre la verdadera neutralidad de la Confederación Helvética, los ideales de sus habitantes, cómo lo veían desde fuera personas extranjeras, cómo todos defendían sus ideales y por qué depositaban su confianza en un u otro bando bélico, mientras otros no se posicionaban.
También, la tensión narrativa se mantiene muy alta en todo momento con los dos “planos temporales” alternados, entre la investigación que hace Caroline Eccleston para su tesis doctoral y cómo avanza su relación con la señora Charlotte Geiger, trama que se intercala con el día a día que vivieron en Santa Úrsula, conocido a través de la narración de la exalumna suiza. Así, se evidencia una gran construcción de los personajes, además de la excelente ambientación, que hace que sean interesantes todas las historias -individuales y colectivas-; todos son protagonistas de la novela en algún momento y el lector puede profundizar en el pasado y la personalidad de muchos de ellos: alumnas, alumnos, profesorado e, incluso, otros secundarios. Y todo ello queda adornado con un punto de misterio y varios plot twist que inquietan a Caroline y la llevan a nuevos horizontes.
Fragmentos destacados de Una promesa de juventud
«El hogar es un espacio simbólico con coordenadas geográficas y físicas. Ese rincón al que siempre volvemos, en el que almacenamos recuerdos de las diferentes etapas que hemos vivido. Es donde habitan nuestros logros y nuestros fantasmas. Donde nos reunimos con quienes amamos, donde censuramos a los que detestamos. Es, probablemente, el único lugar en el que somos nosotros mismos; cuatro paredes que conocen lo mejor y lo pero de nuestra alma corrupta»
«Ni un solo segundo me permití poner en peligro aquella patria de ideas y valores sin fronteras»
«Y, quizá, aquel susurro incesante, en instantes de miedo, odio, incertidumbre o intolerancia, nos sirviera para hallar el camino de vuelta a casa desde las trincheras invisibles del presente»